La clase obrera
dominicana, sometida a una explotación inhumana durante las casi catorce décadas
de su existencia, empujada a sobrevivir con salarios que ni siquiera le
permiten cubrir sus necesidades básicas, impedida de ejercer a cabalidad su
derecho a la sindicalización, desprovista de seguridad social efectiva, tanto
en materia de pensión como de salud, recibe ahora una nueva embestida por parte
de los patronos y el Estado que les sirve instrumento.
La burguesía dominicana por medio de sus
organizaciones como la Confederación Patronal de la República Dominicana (COPARDOM), el Consejo Nacional de la Empresa
Privada (CONEP), la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), entre otras
organizaciones y asociaciones de los patronos dominicanos, pretenden
arrebatarle a la clase trabajadora los pocos derechos que ha conquistado.
No les parece suficiente a los patronos
dominicanos y al Estado, con pagar a la clase trabajadora salarios que, ellos
mismos admiten, sólo cubren en 33% o menos de la Canasta Básica, es decir, que
apenas alcanzan para adquirir un tercera parte de los bienes y servicios
imprescindibles para reponer sus energías y continuar con sus labores
productivas, sino que ahora quieren arrebatarle a las personas asalariadas de
nuestro país, las escasas conquistas y derechos obtenidos con mucha sangre y
sudor, como son algunos derechos y garantías contenidas en el actual Código de
Trabajo de la República Dominicana, conquista lograda gracias a las luchas de
los trabajadores cañeros del este del país, con la huelga azucarera del 1946.
Bajo la excusa de “actualizar y modernizar’’
el Código de Trabajo, la burguesía nacional y sus testaferros en el Estado se
aprestan a modificarlo, con el claro objetivo de
desmontar garantías como la cesantía y el preaviso, es decir, la compensación
económica a trabajadores cuando son despedidos sin cometer falta y la
notificación con dos semanas de antelación antes de ser despedidos.
Ante esta amenaza de la burguesía nacional y
quienes en su nombre administran el Estado, la clase obrera dominicana
debe responder con serios esfuerzos de
organización y movilización que detengan, con la fuerza que da la unidad, este
intento de despojar a los asalariados de sus derechos adquiridos.
Debemos iniciar nuestra resistencia
clasista, con una amplia jornada de discusión, reflexión y educación entre los sectores asalariados, sobre los derechos
laborales y la urgente necesidad de organizarnos para defenderlos.
Este desafío nos encuentra en un momento de
suprema debilidad, tanto por los altos niveles de corrupción y connivencia con
los patronos dentro del escaso sector sindical, así como también por los bajos
niveles de organización de la clase obrera dominicana y el casi absoluto
desconocimiento de nuestros derechos.
Ante la debilidad y dispersión en que este
reto nos encuentra, los asalariados dominicanos debemos encontrar nuevas formas
de organización, más generales y
creativas, que no se limiten a la organización dentro de las empresas en que
trabajemos para evitar represalias que aborten el proceso en su fase inicial.
Si la organización dentro de las empresas
resulta altamente difícil y riesgosa, debemos organizarnos en torno a nuestros intereses
generales, para desde ahí y una vez fortalecidos por la unidad, continuar con
la organización interna dentro de nuestros lugares de trabajo.
¡A luchar asalariados dominicanos!
No comments:
Post a Comment