La Universidad Autónoma de Santo
Domingo (UASD), atraviesa por una de sus peores crisis desde su fundación:
crisis económica, académica, administrativa y moral: se ha combinado la peor
administración rectoral, con una pésima representación estudiantil.
La UASD, que le fue arrebatada a los sectores más conservadores de nuestro
país, remanentes de la dictadura trujillista, por un puñado de mujeres y hombres
jóvenes, que encarnaban a su vez lo más sano, liberal y democrático, a finales
de la década del 60, y abrieron esa alta casa de estudios a las ideas
científicas y políticas más avanzadas de la época; que revolucionaron su
estructura para dar acceso a los sectores populares, quienes la sostienen con
los impuestos que pagan, ha sido secuestrada de nuevo: esta vez por la
partidocracia corrupta y corruptora, parasitaria y presupuestívora, misma que
devora al resto de nuestra sociedad.
La conquista de la UASD para los sectores populares y ponerla al
servicio de las mejores causas de nuestra sociedad, fue la única conquista real
y permanente de la los sectores democráticos y progresistas que protagonizaron
la revuelta de abril de 1965. Desde entonces, la alta casa de estudios fue un
oasis para el libre debate de los problemas nacionales y las diferentes corrientes
políticas de la sociedad dominicana. Por primera vez la prole de las mujeres y
hombres empobrecidos de nuestra sociedad tuvieron acceso a educación unversitaria
de calidad y asequible, como debe ser.
Hoy, ese logro popular pretende ser revertido. Los sectores que han
secuestrado la UASD y la han convertido en una cueva de parásitos y vividores,
que han puesto los escasos recursos que recibe la universidad, no al servicio
de una formación profesional de calidad ni de la investigación científica en
beneficio de la sociedad que la sostiene, sino de sí mismos, otorgándose
sueldos de lujo y privilegios escandalosos para ellos y los parásitos que les
apoyan en sus aspiraciones y desmanes, con el dinero que paga como impuestos
nuestro sufrido pueblo.
Para poder seguir su festín vampiresco sin entrar en contradiciones con
sus colegas vampiros al frente del Estado, estas sanguijuelas creen haber
encontrado la fórmula mágica, cargándole el resultado de su acción depredadora
a los estudiantes, la inmensa mayoría de los cuales provienen de los sectores
empobrecidos y no pueden darse el lujo de pagar por su formación profesional.
La UASD se ha desenvuelto durante toda su existencia con esos escasos
recursos que se le entregan desde el Estado, con precariedades es cierto, pero
ha sobrevivido sin la necesidad de cargar sobre los hombros de los estudiantes,
el costo del imcumplimiento estatal y de la mala administración de sus
autoridades. Por lo tanto, la excusa del escaso presupuesto, es inaceptable y
carente de todo fundamento.
Esta desastrosa, parasitaria y desconsiderada administración, se combina
con el interés de sectores conservadores del país, que siempre han visto con
ojeriza una universidad donde sus empleados o los hijos de estos, puedan
encontrar una vía de escape a la pobreza a la que los han condenado por siglos.
El argumento desde afuera es que la UASD es un barril sin fondo y que
quien quiera educación universitaria debería pagar por ella… Dicen eso porque
están más que seguros de que sus hijos sí podran pagarla con el dinero que le
han succionado al pueblo gracias a los salarios de hambre que pagan, pero se
abstienen de hacer el mínimo esfuerzo por ponerle fondo a ese barril: exigir el
saneamiento de la universidad pública, el manejo honesto y transparente de los
recursos que se le asignan.
El pueblo dominicano paga
impuestos para garantizar educación pública y gratuita a 1,860, 921 estudiantes
de 6,580 escuelas y liceos públicos del país, ese es el mismo pueblo que paga
impuestos para que la UASD ofrezca educación pública y gratuita a los aproximadamente
180,000 estudiantes que cursan estudios
universitarios en ella.
El pueblo dominicano y,
encanezándolo, los estudiantes empobrecidos, no nos dejaremos confundir ni
amilanar por los enemigos de la UASD, que son los mismos enemigos del pueblo en
general. Ante los ataques privatizadores y represivos de nuestros enemigos, nos
radicalizamos. Los pobres también tenemos derecho a la educación pagada con el
dinero de nuestros impuestos, tenemos derecho a una universidad al servicio de
los intereses de la sociedad y no de un grupo. Lo que exigimos, lo único que
detendrá nuestra lucha es nuestro grito de guerra:
¡Educación
pública, gratuita, científica y de calidad!
*Ministerio de Educación de la República Dominican a(Minerd): http://apps.see.gob.do/analisisdeindicadores/Indi1_g.asp
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